FOTO por Jordi Vidal via Getty Images |
Eterno galán,
figura controvertida, siempre atrevido en sus declaraciones, vegano militante
y, le pese a quien le pese, todo un señor. O lo amas o lo odias. Morrissey nos
ofreció anoche a los barceloneses lo que muchos habíamos dado ya por perdido,
la fecha soñada: su primer concierto en solitario en nuestra ciudad,
veintinueve años después de su anterior visita, aún con The Smiths y en la
mítica Studio 54.
Echando un
vistazo a la edad media del público en el Sant Jordi Club, se puede decir sin
miedo que la gran mayoría de los presentes no tuvimos la oportunidad de ver en
acción en 1985 a la formación que le catapultó a la fama, por lo que la cita
tenía una carga considerable de venganza sobre un pasado que siempre presentaba
a un Morrissey tan admirado como esquivo.
Y allí
estaba: vestido de negro y con tejanos, moviéndose con ese savoir faire que le
caracteriza, y acompañado de una muy solvente banda uniformada con camisetas
que rezaban Lonely In Barcelona, en lo que era un claro guiño a la letra de The
Bullfighter Dies. Una breve reverencia entre los miembros del grupo y la noche
empezó con un gran clásico que desató la locura en la sala: la divertida e
irreverente The Queen Is Dead, de The Smiths.
Precisamente
en la semana en que el cantante nos sorprendió a propios y extraños al revelar
a los medios la batalla que está librando con el cáncer, es todo un alivio
verle dar comienzo al concierto con un derroche de energía incontrolable que le
lleva a bailar por todo el escenario, jugando con el cable de su micro. Se nos
ganó en los primeros cuatro minutos, gracias a ese porte de gentleman y esa
aplastadora seguridad en sí mismo que son marca de la casa.
Lo cierto es
que esta noche Moz podría haber tomado el camino fácil y haber seguido
descerrajando los mayores éxitos de su discografía, ya fuera en solitario o con
The Smiths, para tener contenta a toda la multitud, y sin duda esas parecían
ser las expectativas de muchos de sus asistentes. En esa línea cayó la
archifamosa How Soon Is Now?, en el ecuador del concierto, con el baterista
robándole la atención a Morrissey durante el tramo final gracias a sus redobles
endiablados. Y otro de los momentos cumbres del concierto, la reivindicativa
Meat Is Murder, que sonó más oscura que nunca, envuelta en proyecciones que muestran
ejemplos de maltrato animal en la industria cárnica y cuyas imágenes sólo
podríamos calificar de gore: fueron
muchas las personas del público que no se atrevieron a acabar de verlas y
tuvieron que apartar la vista.
FOTO por orteras via Instagram |
También cayeron temas anteriores de su carrera en solitario, claro, si bien no fueron las elecciones más obvias: triunfó el encanto de I’m Throwing My Arms Around Paris, por ejemplo, pero muchos no parecieron reconocer Certain People I Know. Speedway fue la única parada en ese gran clásico que es VAUXHALL AND I, algo comprensible si tenemos en cuenta que el motivo de la gira no dejaba de ser presentar su último trabajo, WORLD PEACE IS NONE OF YOUR BUSINESS, disco del que el cantante se siente particularmente orgulloso. Hasta ocho temas del mismo llegamos a oír esta noche, de entre los que brillaron particularmente el misterio de I’m Not A Man, la desafiante Neal Cassady Drops Dead y Kick The Bride Down the Aisle. Lo cierto es que más allá del setlist, la verdadera protagonista de la noche fue esa voz de barítono que lo monopolizaba todo, elegante, madura, profunda, simplemente perfecta. Es increíble la forma vocal en la que se encuentra el inglés, la aparente facilidad con que mantiene al público en vilo con cada nota, con cada giro. A destacar también lo especialmente contento y comunicativo que se mostró, haciendo bromas con la banda y el público, y sin dudar en agacharse para tomar regalos que le alargaban desde el público, dar la mano a las primeras filas o incluso abrazar a un fan espontáneo que trepó al escenario para saludarle (y que no era otro, por cierto, que el DJ Luis Le Nuit).
Otros momento
a destacar fue la reinvindicación antitaurina de The Bullfighter Dies, coronada
por su comentario "The shame of Spain", que nos dejó con la duda de si el
cantante es consciente de que Barcelona hace tiempo que dejó de ser una ciudad
taurina. La sorpresa de la noche fue la curiosa versión del To Give (The Reason
I Live) de Frankie Valli, que el propio Morrissey definió como un experimento.
El broche final
del concierto sería, en primer lugar, una fantástica interpretación de la
melancólica Asleep, de The Smiths, que el público coreó con el corazón en un
puño. Tras marcharse brevemente, volvió
con camisa blanca para despedirse con una última sorpresa, y es que no se me
ocurre mejor manera de acabar un concierto que como lo hicieron, con el
torbellino remember de la que es, quizá, su mejor canción en solitario, la
mítica Everyday Is Like Sunday. Perdón, sí se me ocurre, porque con las notas
finales y llevado por la pasión del momento, Moz se acabó arrancando a tirones
la camisa y quedándose semidesnudo antes de trotar, feliz, hacia el backstage.
Estallido de júbilo colectivo, y todos a casa con una gran sonrisa.
Y es que
quizá hubiéramos sustituído algunos temas del último disco por temas sacados de
lo más recóndito de su pasado, como Suedehead, o tantos otros, en un intento de
buscar más equilibrio. Pero no podemos evitar pensar que el concierto de hoy
era quizá una especie de guiño secreto para todos esos fans que conocemos su
discografía más allá de los grandes éxitos, para todos los que estábamos tan
felices de escuchar a Morrissey en persona que el cómo, el qué, era lo de
menos.
>> Setlist:
01. The Queen Is Dead
02. The Bullfighter Dies
03. Kiss Me A Lot
04. Certain People I Know
05. Earth Is The Loneliest Planet
06. How Soon Is Now?
07. World Peace Is None Of Your Business
08. I'm Throwing My Arms Around Paris
09. Neal Cassady Drops Dead
10. Trouble Loves Me
11. Istanbul
12. Kick The Bride Down The Aisle
13. To Give (The Reason I Live)
14. Meat Is Murder
15. Speedway
16. I’m Not A Man
17. Asleep
18. Everyday
is like Sunday
Aquí el emotivo video de Everyday Is Like Sunday:
Crónica por Rosario López